Faltan unos pocos días para el viaje y dos de los cuatro participantes anuncian su bajada de la travesía por varios países de Sudamérica. Llega un día viernes, a fines de enero de 2017, y parto desde La Serena hacia La Ligua, donde paso la noche en casa de un familiar. Al día siguiente debía juntarme con Víctor en Los Andes, quien venía desde Santiago.
Esa noche de viernes, Víctor me escribe que tiene un problema con su moto y que a la mañana siguiente iría a la tienda para encontrar una solución. Pensé que era una mera excusa para bajarse del viaje. Pero me equivoqué y cerca de las 15 horas de ese sábado, nos juntamos en la plaza de Los Andes y partimos camino a Los Libertadores para iniciar el cruce por Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú y el norte de Chile.
Fue ahí en Los Andes donde vi por primera vez a Víctor y nos conocimos. Él iría en una Versys 650 y yo en una F800 GS Adventure
El comienzo de todo:
Era un día de calor y buen tiempo. Comenzamos a subir a un ritmo de entre 100 y 110 kms/hr, que fue la velocidad general del viaje. La cuesta Caracoles estaba despejada, hasta la entrada al túnel, donde debimos esperar 30 minutos para que se diera el tránsito de vehículos. Al otro lado de la frontera había una enorme fila de vehículos esperando hacer los trámites de ingreso a Argentina, extendiéndose por varios kilómetros. En un punto de control nos permiten saltarnos toda esa fila, pero cuando llegamos al complejo aduanero un policía nos dijo que no se podía hacer excepción alguna y que debíamos esperar. Hablamos con el policía, ya era medio tarde, y le explicamos que manejar moto de noche, en cordillera y con frío, podía ser peligroso. Entendió eso y nos permitió ingresar a hacer los trámites.
Nos demoramos una hora aprox en esos menesteres, donde varios argentinos curioseaban con nosotros productos de las motos y la historia del viaje. Ahí charlamos con algunos y nosotros aprovechamos de pedir tips de la nación ché. De noche llegamos a Mendoza, donde tuvimos varios intentos fallidos de encontrar alojamiento. Finalmente gracias al GPS chino que llevaba en mi moto llegamos a un hostel bien encachao, donde pasamos esa primera noche.
El hostel
Al día siguiente iniciamos rumbo a San Luis. Una historia curiosa que nos pasó fue que saliendo de la ciudad nos topamos con un argentino en una F800. Nos empezó a seguir por cada lugar que pasábamos. En un momento ya se tornó algo extraño y como íbamos siguiendo a un taxista para que nos ayudara a salir de la ciudad, intentamos perderlo de vista. Pero de repente, aparecía de nuevo. En una pasada por las afueras del centro, finalmente se perdió. Yo creo que andaba buscando amigos moteros. XD.
Aunque lo saludamos, no respondía y tampoco nos habló. Raro.
Seguimos hacia San Luis por esos aburridos caminos argentinos: rectos, planos, calurosos y rodeados de infinitos campos de cultivo.
Solo parábamos por agua, algo de comer y cargar bencina. El litro de nafta de 95 octanos, fluctuó entre 18 y 22 pesos el litro (700 a 900 pesos chilenos, aprox).
En San Luis comimos y aprovechamos de recorrer su zona centro. Nos recomendaron allí visitar un sector de lagunas, que tenían camping. Así que nos fuimos a Potrero de Funes, donde acampamos y pasamos el calor en una piscina. Lo curioso es que la calle principal del poblado era un autódromo y la noche anterior había tocado La Renga, así que había cientos de mochileros y el ambiente de carrete era monumental.
Parte del camino
El camping en Funes
Las típicas fotos en la zona y nos lanzamos hacia Buenos Aires. Había sectores junto a la carretera totalmente inundados y otros donde una laguna rodeaba la carretera.
Antes de Buenos Aires alojamos en una ciudad llamada Junín, donde tuvimos que realizar una reparación al caballete de la moto de Víctor.
Junín
Antes de ingresar a Buenos Aires el cielo se nubló feo y algunas gotas nos alcanzarmos a mojar levemente. Entramos a la ciudad de la furia por autopista. El tráfico era suave y estaba todo bien señalizado. Cruzamos por la autovía la 9 de julio. Nos equivacamos de rumbo y fuimos a dar a Palermo en vez de microcentro, donde habíamos reservado un hotel vía Booking.
Dando tantas vueltas por Buenos Aires, llamamos la atención de las personas. Nos sacaban fotos, videos, nos decían cosas, daban ánimo, etc. Hasta que llegamos a nuestro hotel, casi frente al Luna Park y a unas tres calles de Corrientes. Era el inicio de nuestra primera parada.
El camino amenaza
Llegada a Bs Aires