Cómo conducir la moto con lluvia, espero sea un aporte para muchos
Pocas personas subirán por gusto en su moto por el simple hecho de que llueva. Pero también tiene sus ventajas: si en coche se sufren atascos, cuando llueve aún más, y circular en moto puede llegar a tener sentido. Aparte de la incomodidad de mojarse, el agarre de los neumáticos disminuye entre un 20 y un 30%, y obliga a tomar medidas necesarias, en algunos casos imprescindibles.
Posición: Tu posición en la moto bajo la lluvia es mucho más importante de lo que puedas pensar en un primer momento. Como el agarre del asfalto se reduce drásticamente, no puedes plantearte inclinar mucho, y ya sabes que cuanto más te inclines tú, menos lo tendrá que hacer la moto. Por este motivo es importante que desplaces el cuerpo al interior de la curva, pero, eso sí, con movimientos suaves. Como el grado de inclinación es pequeño no hace falta que emplees posturas acrobáticas, simplemente que desplaces el centro de gravedad algo hacia el interior de la curva. Otro detalle es que cuanto más te muevas, más posibilidades tienes de que te entre agua, así que quédate bien pegado al asiento y en una posición en la que con la suficiente visión de campo y libertad de movimientos, te expongas lo mínimo al agua.
Frenar y acelerar: Lo ideal en agua es frenar y acelerar lo mínimo posible, básicamente porque son las situaciones en las que los neumáticos sufren más solicitaciones, pero evidentemente las emergencias no admiten medias tintas. Si tienes una moto con ABS puedes sonreír de verdad, porque la mayoría de tus posibles problemas al frenar se habrán evaporado, al menos si lo haces con la moto recta. El resto de los mortales tenemos que oficiar de nuestros propios ABS, y eso obliga a frenar cuanto menos mejor, con suavidad, sobre todo al principio, y apretando más poco a poco, porque normalmente cuando la rueda pierde agarre es de golpe, y no es fácil reconducir la situación. Algunas motos tienen mapas de gestión del motor más suaves, y esto es otro paracaídas en lluvia. En cualquier caso, sobre el agua siempre es mejor llegar más tarde que arriesgarse a un resbalón.
Trazada: Mientras sobre suelo seco es relativamente variar la trazada, en mojado puede convertirse en un verdadero problema. No sólo hay que intentar dibujar latrayectoria más abierta posible, sino evitar las líneas pintadas, los parches sospechosos, los cambios de asfalto, las líneas de reparación, sobre todo si no son perpendiculares, y desde luego, estar seguro de que no vas a tener que inclinar más, y mucho menos aún frenar en medio de la curva. Más vale entrar despacio que demasiado deprisa, porque en lluvia la improvisación es algo de lo que tienes que olvidarte todo lo posible. En ocasiones la carretera está sucia, y ya sabes que las manchas de gasoil, de aceite, etc, suelen quedarse en el centro de la calzada, por donde las ruedas de los coches no pasan.
La verdad es que aunque en las carreras los mecánicos ajusten las motos a las condiciones climatológicas, hacerlo con tu moto de calle es un poco exagerado. En cualquier caso, si vas a llegar a esos extremos, no tienes más que tener en cuenta que bajo la lluvia vas a ir más despacio, y sobre todo que aceleras y frenas menos, con lo que las transferencias de peso son mucho más lentas y de menos entidad.
Esto te permite ajustar las suspensiones más blandas, pero realmente, y a no ser que lleves tu moto como una piedra, no merece la pena. Otra cosa son los neumáticos, porque conviene que no estén excesivamente hinchados, al menos si vas solo. Puedes bajar unos «300 gramos».
Si los parches, baches y cambios de asfalto siempre tienen que ser tenidos en cuenta, cuando la carretera está recubierta de agua, todo es mucho más crítico. El simple aspecto cambia la confianza que tengas en el suelo, las superficies lisas y brillantes asustan, las mates y rugosas dan más seguridad. La verdad es que nunca conviene llegar a conocer el agarre máximo en agua, así que fíate de tu instinto. No pases por cambios de asfalto, ten precaución en los charcos porque no conoces su profundidad, y huye del brillo. Una moto es muy, muy difícil que haga «aquaplaning», pero no te fíes nunca.
Cuando llueve, tu moto se ensucia mucho más de lo normal. El agua acumulada en el suelo está sucia y mancha todo lo que salpica. Estas mismas salpicaduras barren parte de las sustancias que recubren piezas, como grasa, porquería y lubricantes; y ayudan a extender la suciedad, por lo que la higiene es aún más importante que en verano. Además, hay que proteger las piezas que no solo están más expuestas a la corrosión, sino que se ven desprotegidas por la acción «detergente» del agua que elimina su aislamiento.
Lavado: En invierno es mejor lavarla con agua fría y un buen limpiador específico para motos porque el agua caliente acelera la corrosión, sobre todo si es un chorro que puede erosionar la protección del metal. Obviamente hay depósitos de grasa y suciedad que necesitan un trabajo particular con desengrasantes o agentes específicos para partes concretas como los frenos.
Lubricación: Es importante con tanta humedad que se engrasen bien las partes que están sometidas a posibles pérdidas de lubricante y sobre todo las que están más expuestas al ambiente exterior como los ejes de las manetas y pedales, caballetes o bieletas de suspensión. Después emplear un spray de un producto repelente del agua no viene nada mal.
Protectores: Aunque hay algunas piezas en la que no los debes utilizar, como los frenos, en invierno es una buena medida cubrir la moto con sustancias que protejan diferentes materiales, especialmente las partes metálicas de la corrosión. Con sprays puedes acceder a zonas remotas y evitar el proceso, que se acentúa si te encuentras con sal en la carretera, un veneno para el aluminio.
Transmisión: Los que tengáis cardan estáis de suerte en invierno, pero los de las habituales cadenas tenemos que multiplicar los cuidados porque el agua acelera su desgaste. Reduce el periodo de engrase a unos 250 km en vez de los 500 km habituales, y recuerda que tienes que hacerlo sobre una cadena limpia, no sobre una bola de suciedad acumulada sobre ella, y además al acabar de usar la moto para darle tiempo a la grasa a introducirse y que no se centrifugue inmediatamente.
Sistema eléctrico: Es uno de los puntos claves cuando llueve, aunque afortunadamente las motos modernas tienen unos circuitos perfectamente aislados tanto en los cables como en sus terminales. En cualquier caso, en los lugares más sensibles de tu moto puedes emplear sprays protectores específicos que conforman una capa aislante.
Frenos: Los frenos, especialmente los discos y la unión de los pistones con la pinza, son elementos muy expuestos a la corrosión. Los discos hay que limpiarlos siempre con agua fría y en invierno conviene contar con pastillas nuevas para evitar que los pistones salgan más de la cuenta de sus alojamientos. Éstos tienen sustancias específicas para limpiarse y facilitar su desplazamiento.
Batería: En invierno, con lluvia y bajas temperaturas el rendimiento de la batería baja, y si tienes instalados muchos accesorios, especialmente puños o ropa calefactable, que tiene bastante consumo eléctrico, conviene que emplees mantenedores de carga de tipo Optimate, que ya tienen la toma a la batería instalada constantemente y solo necesitan que los enchufes. Obviamente es fundamental que los bornes estén perfectamente protegidos con sprays hidrófugos adecuados.
Presión: En ambientes húmedos el agua no se elimina, y emplear máquinas de alta presión para lavar la moto provoca que el líquido no sólo se quede en tornillos, recovecos, juntas, sino que se introduzca más allá y no pueda salir, lo que acelera la corrosión. Además el agua a presión barre el lubricante y la grasa tiene que mantenerse acumulada en lugares como la cadena, los rodamientos, y los diferentes ejes de piezas como caballetes, manetas, pedales, etc.
Fuente de información:
Motociclismo
Pepe Burgaleta